Suelen ser los clásicos partidos en los que el análisis previo sirve de poco y nada. Suelen ser también partidos que a pesar del presente de uno y otro, nunca tienen un pronóstico certero, nunca el que llega mejor es necesariamente el que lo va a ganar. Y tampoco suelen influir demasiado otro tipo de factores externos como lo puede ser la localía.
En la previa se esperaba un partido áspero, carente de mucho fútbol, con Uruguay más replegado y haciendo a Messi una marca escalonada para que siempre tenga un rival más que gambetear. Se planteaba un partido en el que Argentina sería más dueño de la pelota, pero no necesariamente con el control de la misma por grandes porciones de tiempo. Principalmente, porque a pesar de la gran mejoría en la goleada ante Costa Rica, y por el acierto del técnico en cambiar su esquema táctico, esa mejoría había sido con un rival de contrastada categoría inferior.
La Argentina sin dudas había dejado una mejor imagen en su último partido ante Costa Rica que lo que dejó La Celeste ante México. Pero en los clásicos, y a un partido, se acentúan las paridades... todo puede ocurrir. La albiceleste presentaba sus armas con Messi, Agüero e Higuaín como estandartes; por el otro lado, Uruguay ya había anunciado que jugaría con marca escalonada y aprovecharía de contraataque los espacios que la Argentina -obligada ante su gente- dejaría.
Y fue algo de eso, y algo no. Uruguay no necesitó el contraataque por a los 6 minutos de partido ya se encontraba en ventaja gracias a un gol del Ruso Pérez. Centro de Forlán en una jugada parada, cabezazo de Cáceres tapada de Romero y el rebote para que Pérez pusiera en ventaja a la Celeste. Entonces pareció que Uruguay se acomodaría mejor en defensa y que el cerrojo charrúa haría lo propio. Pero no, apareció Messi, empezó a encontrar espacios y a pasar entre tres una y otra vez. Perdiendo a veces, cortado con falta en otras, pero la Argentina tenía en La Pulga al jugador con más carácter.
Sin embargo, a pesar que la Argentina volvía a tener la iniciativa, no parecía que pudiera tener profundidad. Pero una vez más, Messi, se sacó a dos de encima, metió un gran centro cruzado al corazón del área charrúa e Higuaín concretó con un cabezazo esquinado. Como en toda la Copa América, a Uruguay le dolían los centros cruzados. Así lo tuvo México el partido anterior de no ser porque Rafa Márquez estaba un dedo adelantado. Argentina siguió con el impulso de Messi, que gritó el gol como si fuera propio, en un destapado aullido de bronca.
Y vino el segundo, otro centro de Messi a pelota parada, otro centro cruzado y otro calco de gol de Higuaín. Pero estaba adelantado. Y lo mismo sucedería luego en una jugada a balón parado de Forlán que terminó en el arco argentino con un remate de Cáceres. Lo mejor, lo más peligroso eran las jugadas a balón parado. Ni una defensa ni otra se mostraban seguras. Y se pudo marchar Uruguay en ventaja -con un hombre menos por la expulsión del Ruso Pérez a los 39- pero el cabezazo de Lugano dio en el travesaño.
Y la segunda parte fue parecida a la primera. Los roles no se cambiaron. Uruguay esperaba e intentaba mediante algún pelotazo encontrar con preferencia a Forlán y en alguna ocasión a Luis Suárez. La Argentina tenía la pelota en su poder pero carecía de profundidad. Messi las pedía todas pero el Kun no estaba certero en la devolución y el Pipita Higuaín seguía como referente de área. El partido se tornaba aburrido y somnoliento. Hasta que ingresó Javier Pastore y la Argentina ganó en dinámica y Messi un socio. Sin embargo, las jugadas a balón parado significaban una y otra vez el temor para la zaga albiceleste.
La Argentina comenzó a aprovechar el hombre de más y tuvo más de una ocasión abriendo las bandas. Empezaron a desbordar Di María, Zabaleta, Pastore e incluso Messi. Y los últimos 15 minutos de la segunda parte fueron todo lo contrario a lo previsible. Argentina pudo ganar con una volea de media vuelta de Higuaín y un tiro libre de Tevez -recién ingresado- y el posterior remate a quemarropa del Pipita. Pero se engrandeció la figura de Muslera. Messi se tomaba la cabeza, no lo podía creer. Y Uruguay no se quedó atrás -luego de la expulsión de Mascherano- y lastimó a la contra. Luis Suárez, con una jugada magistral dejó por los pisos a Milito y luego a Romero, su centro lo contectó Forlán pero se marchó alto, y sin arquero.
Fue electrizante, daba la sensación que Argentina se quedaba con el partido, más por dominio y llegadas, pero también quedó la imagen de que Uruguay se lo pudo llevar en la última. Y fueron al alargue, como debía ser para un clásico rioplatense jugado con más garra que inteligencia. Como debía ser para la Copa América, el certamen que ambos ostentan como máximos ganadores. No podía ser de otra manera, en esto también se pareció el partido al análisis previo.
Y a estas alturas, las intuiciones daban que el partido se iría a los penales. Uruguay sorprendió intentando ser más protagonista en ataque. Ya más confiada la Celeste con igual cantidad de hombres en el campo. Sin embargo, ni uno ni otro lastimaba. Uruguay buscaba a Forlán, sin dudas, el jugador más claro de la Celeste. Y Subió más Álvaro Pereira y en una de esas subidas sacó un remate que besó el ángulo.
Argentina seguía dependiendo de las corajeadas de Messi que era una y otra vez frenado con faltas o llegaba con remates rasos de fuera del área que encontraban a Muslera. Hasta que sobre el final del primer suplementario consiguió con una jugada colectiva más profundidad e Higuaín estrelló en el palo un pase genial de Zanetti. Uruguay lucía más ordenado y Argentina más insistente... Y Muslera, un muro. Higuaín encontró un mano a mano y el arquero volvió a responder. Y tres remates de Pastore volvió a repeler el golero. Hasta Messi pudo completar su gran partido como héreo con un gol antológico pero lo trabaron cuando la picaba ante Muslera. Argentina terminó mostrando más juego colectivo, más llegada y más control del balón, pero los penales eran un sino. Porque al clásico rioplatense no le podía faltar ese condimento. Y allí, Uruguay fue superior como no lo había conseguido en el partido. Los uruguayos se llevaron la victoria en la lotería de los penales. El resultado fue 5-4. El único penal atajado fue el de Carlos Tevez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario